Romper las puertas del campo para entender el medio rural

Al referimos al medio rural en el contexto de los países más desarrollados, no podemos hacerlo con la homogeneidad que se ha hecho de estos espacios tradicionalmente, cuando han sido analizados por su antagonismo respecto de las ciudades. Sin necesidad de remontarnos a contextos históricos remotos, el modo de relacionarnos con los espacios rurales tras la pandemia Covid-19 ha provocado el resurgimiento de una representación dual de la ruralidad.

Entre algunos grupos sociales ha aumentado su interés por las zonas rurales porque encuentran ventajas diversas que los han llevado a instalar allí su primera residencia. Sin embargo, los pobladores habituales llevan algunas décadas aguantando una situación de crisis estructural, que les dificulta mantener sus explotaciones agropecuarias y disfrutar de unos mínimos servicios básicos que aseguren un proyecto identitario. Tanto en un caso como en otro, el sentido común explica las decisiones de los habitantes en áreas rurales, pues, aunque se constatan finalidades distintas, el comportamiento responde a un sentido práctico que resulta de una determinada representación de la ruralidad. La incidencia desigual de las políticas europeas es un factor que condiciona esas decisiones, ya que el endurecimiento de los requisitos medioambientales y climáticos revierten cierta inseguridad para solicitar y cumplir lo estipulado en las ayudas económicas.

La representación social vislumbra la comprensión de los espacios rurales en las cosmovisiones que se yuxtaponen en la geografía escolar. Esta teoría enlaza con la geografía de la percepción y del comportamiento, desde donde se explican las interpretaciones y se orientan las prácticas sociales y la toma de decisiones de las personas que se relacionan con los espacios rurales. Ese entendimiento social de la ruralidad se asemeja al sentido común, una capacidad de juzgar y decidir sobre las decisiones de la vida cotidiana, frente al conocimiento científico, que se apoya en métodos avalados por la academia para argumentar sobre esos comportamientos sociales. Pese a tales diferencias, no se puede afirmar que el sentido común ignore totalmente lo que dice la ciencia, sino que interpreta los conocimientos científicos a sus necesidades, a lo que se suman las creencias, prácticas y tradiciones previas que son parte de una determinada representación de la ruralidad. En concreto, la representación emanada de la literatura, el arte, el cine, la publicidad y las redes sociales, entre otras fuentes, ha consolidado un discurso de idealización de la vida en los espacios rurales, cuya presencia ha calado en la geografía escolar, pues afecta tanto al conocimiento de sentido común como al científico.

En la geografía escolar, se ha configurado un canon de enseñanza ligado a la tradición pedagógica del entorno y un modelo didáctico y disciplinar esencialmente orientado por la geografía regional. Este hecho, que metafóricamente sería como la expresión “poner puertas al campo”, explica la escasa consideración de la subjetividad en los procesos de aprendizaje de la geografía y, por ende, de los contenidos rurales. No obstante, la didáctica de la geografía se relaciona con la teoría de las representaciones sociales en el marco del constructivismo social, lo que permite introducir la subjetividad en la enseñanza de los espacios geográficos. En consecuencia, se infiere que el conocimiento escolar de la ruralidad es resultado de una representación del espacio geográfico (espacio vivido, espacio percibido y espacio concebido), que se manifiesta en el alumnado, los libros de texto y el profesorado de educación secundaria.

El espacio rural concebido constituye la expresión del máximo grado de idealización de la ruralidad que se identifica con el concepto campo. Ese campo se asocia a los paisajes naturales de Asturias y cordilleras como Los Pirineos, cuyo valor simbólico se identifica con la tranquilidad y el funcional por sus características ecológicas o ambientales. Esa cosmovisión se plasma en los dibujos del alumnado y explican los motivos de elección de un hogar o destino turístico, en buena medida influenciados por los mensajes de publicidad emanados de la televisión, internet y las redes sociales.

El sentido común actúa como intermediario entre la geografía rural académica y la escolar a través del espacio rural percibido. En esta categoría, los contenidos de los libros de texto influyen sobre una cosmovisión agraria de los espacios rurales, que no prescinde de los elementos naturales propios de los relatos literarios y artísticos que idealizan la vida rural. Todo ello se plasma mediante los cultivos que dibuja el alumnado en sus representaciones pictóricas, no exentos de un entorno repleto de referencias naturales que minimizan la función productiva de los espacios rurales. El profesorado es el agente educativo que puede cuestionar esa cosmovisión deshumanizada de la ruralidad, pero también está influenciado por una representación idealizada de los espacios rurales que manifiesta en sus explicaciones para definir la importancia de enseñar estos contenidos desde una vertiente más problematizadora. Algunos docentes lo justifican en su escasa formación disciplinar en geografía y otros por el carácter descriptivo de la ruralidad en los marcos curriculares, lo que deriva en escasos proyectos innovadores que se apoyan en la escala local de los espacios rurales.

En último lugar, el espacio rural vivido es la categoría de enseñanza deseable para que se alcance una cosmovisión de los problemas reales de los espacios rurales. El alumnado que reside fundamentalmente en áreas rurales utiliza el concepto campo, pero para referirse a un medio de vida propio, más diverso y multifuncional que en los casos anteriores, cuyas emociones más expresadas son la alegría, la serenidad y la admiración. Desde esta categoría es desde donde se prepara al alumnado como sujetos sociales, que han de reconstruir los contenidos de la ruralidad e intentar mediar entre el mundo social y la construcción de nuevos conocimientos para participar en un escenario complejo en el que han de saber elaborar interpretaciones sobre lo que son los espacios rurales en cada contexto.

Para más información:

García Monteagudo, D. (2023). Los contenidos escolares y la idealización del medio rural. Manuales escolares y sentido común en la definición del espacio rural. Ar@cne. Revista Electrónica de Recursos en Internet sobre Geografía y Ciencias Sociales, 27. https://doi.org/10.1344/ara2023.280.42815

Diego García Monteagudo
Diego García Monteagudo
Doctor en Didáctica de las Ciencias Sociales por la Universitat de València
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