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Contribución de la educación a hacer frente a la crisis socioambiental planetaria

 

La idea de una necesaria transición a la Sostenibilidad surgió como respuesta a la insostenible situación de emergencia planetaria que amenaza gravemente el presente y futuro de la especie humana y de gran parte de la biodiversidad, acercándonos peligrosamente a los límites del planeta -cuyo conjunto constituye un marco dentro del cual la humanidad puede desenvolverse con seguridad- habiéndose superado incluso algunos de estos límites, como el de la concentración atmosférica de dióxido de carbono o el ritmo de extinción de especies.

Desde la educación, hemos de hacer comprender que esta situación es fruto, en gran medida, de las actividades extractivas y transformadoras de la especie humana, cuya huella ecológica ha superado, globalmente, la biocapacidad del planeta.

Es necesaria, por tanto, una educación que proporcione una percepción adecuada de la situación del mundo, que profundice en sus causas y consecuencias y, sobre todo, que ayude a conocer las medidas que se requieren para hacer frente a los graves problemas interconectados a los que nos enfrentamos y facilite los cambios de comportamiento que permitan su puesta en práctica para avanzar en la transición a sociedades sostenibles. Dichas medidas, cuyo conjunto define la idea de Sostenibilidad, así como los objetivos de la Educación para Sostenibilidad (EDS) a la que es necesario contribuir desde todas las materias y niveles, se pueden resumir entre otras como:

Estas medidas son todas y cada una de ellas imprescindibles, porque los problemas que pretenden resolver están estrechamente vinculados y se potencian mutuamente, resultando imposible resolver ninguno de ellos sin tener en cuenta los restantes. La ausencia de esta visión global, holística, en la ciudadanía y muy particularmente en los educadores y en los responsables políticos y económicos, constituye un serio obstáculo para la adopción de medidas y acciones realmente efectivas. Ello requiere incorporar otra medida necesaria para hacer posible la transición a la Sostenibilidad:

interdisciplinar (puesto que se abordan retos complejos en los que intervienen problemas muy diversos, pero estrechamente vinculados, utilizando todo tipo de conocimiento científico, artístico, tradicional…),

transdisciplinar (incorporando en la investigación y toma de decisiones a personas cuyo trabajo habitual se desarrolla fuera del ámbito académico, ya que los objetivos, conocimientos y posibilidad de intervención de la ciudadanía resultan imprescindibles para definir y poner en práctica medidas viables)

– y sus estrategias deben responder a una visión amplia, holística, tanto espacial como temporalmente: han de estar concebidas en una perspectiva espacial glocal (a la vez global y local) y en una perspectiva temporal que contemple el corto, medio y largo plazo, esforzándose en anticipar riesgos y obstáculos y en aprovechar tendencias positivas.

Pero no basta con una nueva disciplina que responda a dichas características, sino que estas han de ser requisitos de cualquier tarea científica o profesional. El trabajo de los profesionales de cualquier área y del conjunto de la ciudadanía, así como la enseñanza de las distintas disciplinas y la educación ciudadana en general, ha de tener presente la exigencia de inter y transdisciplinariedad y de planteamientos glocales en una perspectiva temporal amplia. Solo así será posible avanzar en la transición a la Sostenibilidad al ritmo que la gravedad de la situación requiere, superando negacionismos y retardismos carentes de fundamento que dificultan la inaplazable adopción de las medidas necesarias y todavía posibles para evitar el colapso civilizatorio y lograr la transición a sociedades sostenibles.

En 2012, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó el documento “El futuro que queremos”, con el que se establecía un proceso intergubernamental inclusivo y transparente abierto a todas las partes interesadas con el fin de formular unos Objetivos mundiales de Desarrollo Sostenible (ODS). A lo largo de la historia humana nunca se había registrado un debate tan amplio e incluyente y ese alto grado de consenso. La aprobación en 2015 por unanimidad de la Asamblea General de Naciones Unidas de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con un total de 169 metas concretas y la Agenda 2030 para ponerlos en marcha, vino a dar un fuerte impulso a la acción ciudadana e institucional. Un compromiso permanente de personas e instituciones en este ambicioso proyecto universal de hacer frente de manera urgente a la situación de emergencia planetaria y de sentar las bases para la transición a sociedades sostenibles, favorecedoras del pleno disfrute de los Derechos Humanos del conjunto de la ciudadanía.

En el Objetivo 4 “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”, la meta 4.7. hace referencia a un conjunto de cuestiones esenciales relacionadas con la educación, con toda la educación: “De aquí a 2030, asegurar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible y los estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y la contribución de la cultura al desarrollo sostenible”.

Para más información:

Gil Pérez, D. y Vilches, A. (2023). Cómo avanzar en la necesaria transición a la Sostenibilidad. Ciência & Educação, 23, e-23027, https://doi.org/10.1590/1516-731320230027

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